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Consultar el catálogo de una biblioteca, saber la existencia de volúmenes en sus instalaciones o incluso leer en línea el libro que necesitas son algunas de las bondades de las bibliotecas digitales y virtuales como recursos académicos o incluso de simple goce de la lectura. 

Bibliotecas virtuales

Si bien esta modalidad no llegó con la pandemia de 2020, lo cierto es que el confinamiento hizo más visibles sus ventajas y, sobre todo, las volvió necesarias.

Existe una ligera confusión entre los términos virtual y digital en cuanto a bibliotecología, pues según las investigaciones, virtual es cuando sólo se trata de un sitio web de una biblioteca física, que tiene en línea la información de su catálogo para que sepas, por ejemplo, si tienen disponible ese libro que requieres y así puedas ir a la segura a solicitarlo. Una biblioteca virtual, por cierto, puede contar con una pequeña sección de libros digitalizados para ser leídos en línea, aunque en muchos casos se necesita una suscripción, generalmente gratuita, para acceder a ellos.

Bibliotecas virtuales

Por otro lado, una biblioteca digital es más bien una plataforma en la que, valga la redundancia, se han digitalizado los libros y pueden leerse por completo dentro de ese sitio, ya sea de manera gratuita o mediante pago. En este caso, no cuentan con una sede, es decir, los libros que están en un catálogo sólo “viven” en la red, tú no puedes ir a consultarlos en sus mesitas de trabajo ni tumbarte en sus sillones a leerlos, porque físicamente no existen. Sin embargo, ofrecen ventajas muy lindas, como la posibilidad de escuchar algunos títulos en audiolibro.

Como quiera que les llames, lo importante es que sepas qué funciones van a cumplir y qué servicios van a prestarte, y así puedas beneficiarte de ellas.