Dentro de las diferentes ramas del diseño, el editorial es uno de los más antiguos, y es que los primeros impresores fueron los primeros diseñadores editoriales, de tal suerte que su existencia resulta previa a su profesionalización en el ámbito académico.
En la actualidad, el desarrollo de esta área es innegable y continua, al ser un eslabón de la cadena del libro que sigue tendencias y corrientes que se adecuan al propio cambio de los tiempos.
De acuerdo con la Universidad Europea, el diseño editorial va mucho más allá que sólo entregar libros y revistas bonitos o estéticos. Esta área se encarga de reforzar la comunicación entre los contenidos del dispositivo y el autor. “Es un proceso creativo que consiste en organizar y estructurar la información para que el contenido sea comprensible de cara al lector y destaque el mensaje principal”, señala la institución en su portal.
De esta manera, el diseño editorial es importante porque contribuye a que la información contenida en el libro, revista u otro medio permanezca en la mente de sus lectores y se quede como un aprendizaje o experiencia definitiva.
Un libro mal diseñado, por ejemplo, puede provocar que el lector no continúe con su lectura. Por el contrario, un volumen que logra el equilibro entre todos los elementos del diseño será muy apreciado y cumplirá sus funciones comunicativas.
Así, el diseño editorial está íntimamente ligado a la propia construcción de los libros. Es en esta área donde se determinan las tipografías, la distribución de imágenes, tablas y gráficas, así como las cubiertas, las cuales pueden atraer o repeler a los lectores. Es tarea del diseñador editorial trabajar en las propuestas para lograr los objetivos de un libro, que se determinan de acuerdo con su propia naturaleza (académico, literario, técnico), el público al que va dirigido (niños, jóvenes, adultos, especialistas, de interés general), el formato (impreso o digital) e incluso el presupuesto que se tenga para su publicación.