FOLIA | UAG

En un mundo casi por completo digital, el libro de papel resiste como una tecnología analógica aún vigente y perdurable. Una de las razones de su supervivencia es la discusión constante sobre la forma más ecológica de leer, ¿son los e-books una solución frente al cambio climático? 

Ferias del libro, espacios de promoción e innovación

Según estudios realizados, ambos formatos poseen ventajas y desventajas, lo que complejiza aún más el debate. Sin embargo, está claro que ni el papel, ni lo digital, ni internet son tecnologías limpias y verdes. Mucho se ha hablado de las desventajas del libro impreso frente a la situación ecológica actual: la falta de espacio, la poca conciencia de reciclaje, la escasez de materia prima y la alta contaminación de CO2 que produce el proceso de elaboración de papel y tinta. Sin embargo, también posee cualidades únicas como un mayor y más fácil acceso para la población en general, lo que lo lleva a ser reciclado, leído y/o conservado por más tiempo, evitando con ello el consumismo y la sobreproducción.  

Por su parte, en los últimos años los libros digitales han ganado terreno y se adaptan mejor al ritmo de vida acelerado de la actualidad, pueden ser leídos en cualquier momento, es sencillo transportarlos y ahorran mucho espacio de almacenamiento físico. Pero los dispositivos adecuados para su lectura siguen siendo de difícil acceso, tanto por su costo como por las pocas facilidades para adquirir la misma oferta de libros en todos los lectores digitales; algunas aplicaciones y formatos de lectura son compatibles sólo con ciertos dispositivos, por ejemplo. Además, sin importar donde se lea, los libros digitales requieren del gasto de energía eléctrica y emiten rayos de luz azul que pueden dañar la vista, la piel y el ciclo de sueño.

Definitivamente, la experiencia lectora de unos y otros es muy distinta, y el impacto que éstos tendrán en la educación es aún incierto, pero en cuanto a ecoedición y medioambiente se refiere, sólo resta seguir exigiendo un compromiso verde, tanto en la impresión como en la digitalización, que permita que el lector consuma productos sostenibles con la menor huella de CO2 posible. Urgen mayores protocolos en América Latina para reducir al mínimo el impacto ambiental de los libros, así como una reeducación del consumidor para evitar el exceso en las compras de digitales y el uso responsable de la energía eléctrica.