FOLIA | UAG

Cada año, las cámaras libreras de todo el mundo, los departamentos de cultura y educación de los gobiernos y hasta los institutos de estadísticas nos inundan con diferentes reportes de cuánto lee la gente en cada país.


El valor olvidado de la poesía

Las variables demuestran que la gente sigue leyendo, en diferentes formatos y plataformas, menos de lo que quisiéramos, pero la lectura es un hábito que todavía no se pierde. Lo que sí ocurre es que se lee cada vez menos poesía.

Según un estudio de la plataforma Picodi publicado en 2019, el género de poesía en México está en uno de los últimos lugares de preferencias de lecturas, para ser honestos en el penúltimo, ya que si hablamos de literatura, los lectores en general prefieren el suspenso, las novelas fantásticas, las históricas, las de aventuras, las policíacas y hasta los cómics antes que la poesía.

¿Por qué, qué es lo que generó que la poesía, antes la reina de las letras, se fuera al último rincón de la biblioteca personal?

“La poesía es el género más olvidado de la literatura porque a la gente le gusta que le cuenten cosas; hace cuatro siglos era el género por excelencia, pero la modernidad se ha enfocado en lo narrativo”, dijo el poeta costarricense Mainor González Calvo, en una visita que hizo a Tlaxcala para un encuentro literario. Y es que en realidad, la poesía sí cuenta historias. Aunque sean mínimas. La poesía es un informe del alma y el pensamiento de quien la escribe y, en ese sentido, se debe fomentar de nuevo su valoración.


El valor olvidado de la poesía

“La poesía despierta los sentidos mediante las palabras y la creación de belleza en el lenguaje, y también cultiva la imaginación y la memoria. Es toda una realización de las facultades corporales y anímicas del ser humano. Porque la forma de cuanto se dice o escribe es tan importante como el sentido o el ‘mensaje’”, escribió la autora Tanella Boni en la sección Ideas del portal de la UNESCO.

Leer poesía, ya no digamos escribirla, implica un conocimiento más profundo de la lengua. Es ahí precisamente donde radica su valor, porque la poesía ayuda a pensar, a reflexionar, a rascarse la cabeza para comprender el sentido de lo escrito: a buscar esa narrativa que no necesariamente tiene que ser de personajes y hechos concretos. Leer poesía es un ejercicio mental poderoso, y en las escuelas su lectura debería fomentarse hasta como una herramienta de estudio.