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La pandemia de la Covid-19 ha dejado pérdidas millonarias en todos los sectores de la economía y algunos se han visto más afectados que otros, tal es el caso de la industria editorial, que ya tenía una tendencia a la baja desde el año 2018 y recrudecida en el 2019. Durante el confinamiento del 2020, las pérdidas de la industria del libro fueron del 88%, según la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem), esto se debe en gran medida al cierre de librerías, que son parte fundamental de la cadena de producción, venta y distribución del libro.

Si bien la industria editorial se adaptó rápidamente a las necesidades digitales y de envío personalizadas, el mercado demostró ser más cercano al libro impreso y a la visita de las librerías. De acuerdo con datos de la Caniem, el consumo del libro digital en México apenas se elevó un 2% durante el confinamiento, tendencia que ha permanecido estable año con año desde el 2018. Apenas entre un 4 y un 6% de los lectores mexicanos se decide por este formato.


La Covid-19 en la industria editorial

Además de la pandemia, existen diversos factores que han menguado los ingresos de la industria editorial, ahora en recuperación. De acuerdo con los editores de Penguin Random House, mucho ha afectado el hecho de que México no es un país de lectores habituales, lo que implica que difícilmente cambiarán sus costumbres en cuanto a formato y forma de adquisición de libros al no considerarlos un bien cultural necesario o consumido con cierta frecuencia. Podemos ver la comparativa con el cine: muchas personas se adaptaron a ver y pagar por estrenos en plataformas de streaming como si fueran al cine, mientras que dejaron de comprar libros.

La buena noticia es que las cifras a futuro son esperanzadoras: según las encuestas de hábitos de lectura, la mayoría de los lectores en México son menores de edad y mujeres jóvenes, personas que tienen tiempo por delante para seguir desarrollando sus hábitos y que son asiduos por comprar de entre 7 a 15 libros por año, en promedio. En esta época de cambios, falta aún por ver cómo evolucionarán los consumos culturales.