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Todas las personas creativas tienen un derecho: proteger sus obras. No importa si son literarias, académicas, musicales o pictóricas (por mencionar las más plagiadas), todas están preservadas ante la ley. Pero así como los autores poseen ese derecho, también tienen la obligación hacia sí mismos de proteger sus creaciones. ¿Cómo? A través de lo que marca la Ley Federal del Derecho de Autor.

Derechos de autor

Por otro lado, la posesión de los derechos está normada internacionalmente, y cada país tiene sus propias leyes. En México, la Ley Federal de Derechos de Autor (LFDA) y su Reglamento (RLFDA), así como el Código Penal Federal (CPF) son los encargados de velar por los derechos moral y patrimonial de los creadores de contenidos artísticos y culturales.

¿Contra qué se protege? Básicamente, contra el plagio, lo cual consiste en presentar como propia una obra creativa de otro sin otorgarle el debido crédito, sin citar la fuente o sin pagar el derecho de uso cuando se requiera. También las leyes avalan que esos derechos se conviertan en un bien material (regalías por ventas), susceptible de heredarse a la familia, amigos, colegas o incluso cederse a las instituciones si el autor lo desea o el contrato de uso de obra lo requiere.

¿Por qué es realmente importante registrar las obras?

Si un escritor tiene una novela y no la registra, ésta puede caer en manos de alguna persona malintencionada que la publique como suya y obtenga beneficios tanto morales (prestigio, reputación) como patrimoniales (dinero por su comercialización y regalías de venta).

Derechos de autor

Quizá pienses que esto es difícil que suceda si el autor la tiene guardada en su computadora, pero si un día se le ocurre mandarla a un amigo y éste la descargó para leerla en un cibercafé, en la computadora de su trabajo o en cualquier otro sitio público, y no tuvo la precaución de borrarla antes de retirarse, simplemente, la deja en manos de cualquier persona que tenga acceso a ese equipo. Si el autor original no la registró, y el hipotético ladrón sí, será muy difícil que aquél demuestre su propiedad y entrará en un proceso legal de demanda para que le regresen lo que le corresponde, con altas posibilidades de perder.

El paso ineludible para proteger una obra es registrarla, esta es la gran obligación del autor, y para ello debe acudir al Instituto Nacional del Derecho de Autor. De acuerdo con la naturaleza de la pieza, el Indautor tiene una serie de documentos en su página de Internet que orientan al creador para realizar el proceso de registro, y puede hacerse personalmente a través de la propia página, o bien, por medio de un gestor (una editorial, una galería, una casa disquera o un despacho jurídico). Finalmente, es importante señalar que la obra queda amparada en todo el mundo.