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Existe una gran variedad de géneros literarios; unos más conocidos, como la novela, y otros no tanto, como el género epistolar. Quizá no tiene mucho sentido para alguien que jamás ha escuchado este término, especialmente las nuevas generaciones, así que comenzaremos descifrando el misterio detrás del término. Según la RAE, epístola significa “carta o misiva que se escribe a alguien”.

Un género literario casi perdido

La característica más visible del género epistolar es la forma de comunicación, pues es bidireccional. Entendiendo con esto que los mensajes se generan entre dos personas (un emisor y un receptor), la carta es redactada cuando uno de los interlocutores no está presente físicamente, pero se anhela su respuesta. Y otra de sus características es que utiliza un lenguaje práctico, coloquial y comprensible. 

Pero ¿cuál es la importancia de este género si solamente son cartas? La respuesta es que tienen su debida dosis de valor, ya que se ha dado prioridad a una mirada histórica, lo cual ayuda a la reconstrucción de épocas pasadas. El primer ejemplo que tenemos es Cartas de Rusia, en las que el marqués de Cusine utiliza una serie de epístolas (cartas) para compartir sus observaciones y reflexiones sobre ese país, basado en su viaje de 1839.

Un libro todavía más interesante es Escrito en la historia: cartas que cambiaron el mundo, en el que nos encontramos con una compilación de textos que abarcan las palabras escritas por Marco Antonio a Octaviano, así como más de cien cartas adicionales que abarcan desde tiempos antiguos hasta la actualidad. Esta antología, seleccionada por el historiador Simon Sebag Montefiore, nos proporciona un vistazo a momentos cruciales en la vida de individuos y en el desarrollo del mundo.   

Un género literario casi perdido

Hoy en día, las cartas tradicionales han sido relegadas en favor de las comunicaciones electrónicas, incluyendo el correo electrónico, así como diversas aplicaciones de mensajería como WhatsApp, Instagram y Messenger.   

A continuación, un claro ejemplo de lo que es parte del género epistolar, dentro del marco del romance. 

«Pequeña, ayer debes haber recibido un periódico y en él un poema de la ausente (tú eres la ausente). ¿Te gustó, pequeña? ¿Te convences de que te recuerdo? En cambio, tú, en diez días, una carta. Yo, tendido en el pasto húmedo, en las tardes pienso en tu boina gris, en tus ojos que amo, en ti. Salgo a las cinco a vagar por las calles solas, por los campos vecinos. Sólo un amigo me acompaña, a veces. 

He peleado con las numerosas novias que antes tenía, así es que estoy sólo como nunca, y estaría como nunca feliz si tú estuvieras conmigo. El ocho planté en el patio de mi casa un árbol, un aromo. Además, traje de las quintas, pensando en ti, un narciso blanco, magnífico. Aquí, en las noches, se desata un viento terrible. Vivo solo en los altos y a veces me levanto a cerrar la ventana, a hacer callar a los perros. A esa hora estarás dormida (como en el tren) y abro una ventana para que el viento te traiga hasta aquí, sin despertarte, como yo te traía. 

“Además, elevaré mañana, en tu honor, un volantín de cuatro colores y lo dejaré irse al cielo de Lota Alto.” Recibirás, querida, una de estas noches un largo mensaje a la hora en que la cruz del sur pasa por mi ventana. A veces, hoy, me da una angustia de que no estés conmigo. De que no puedas estar conmigo, siempre.    

Largos besos de tu Pablo». 

Carta del poeta Pablo Neruda a Albertina Rosa, la mujer que inspiró su
 poemario Veinte poemas de amor y una canción desesperada


Otras cartas que pueden generar interés son:  Drácula, de Bram Stoker; Cartas a un joven poeta, de Rainer Maria Rilke; Lady Susan, de Jane Austen, o las cartas entre Julio Cortázar y Alejandra Pizarnik.